Dublinesca, Enrique Vila-Matas. 2010. Narrativa contemporánea. Seix Barral.
Enrique Vila-Matas es uno de esos escritores con universo propio, construido con su particular pulso y su talento narrativo. Y por universo propio se puede entender que la totalidad de su obra está interconectada; la intertextualidad (tan célebre en la literatura contemporánea) es uno de los rasgos definitorios en los trabajos de este autor catalán. En sus últimas obras se pueden encontrar alusiones (veladas en mayor o menor medida) a aquellas más lejanas en el tiempo. Pero no solo se llena de referencias a su propia narrativa, sino que se vale de un sinfín de recursos que involucran a otros autores, o músicos, o pintores, o artistas en definitiva, que entremezcla con otros ficticios, jugando con desenvoltura a confundir al lector sobre qué personajes son o han sido reales, y cuáles surgen de su poderosa inventiva.
Dublinesca es casi un funeral, un ritual de despedida, o un homenaje directo y profundo al mundo de la literatura, tal y como lo conocíamos. Es la historia de Samuel Riba, un editor literario retirado, que se considera a sí mismo el último editor verdadero, y que se siente perdido desde que dijo adiós al trabajo de su vida. Un día tiene un sueño premonitorio que desde entonces no lo deja en paz: en él, aparece abrazado a su mujer en la entrada de un bar de Dublín, llorando y sintiéndose el centro del mundo. Por eso, convence a varios compañeros para que lo acompañen a la ciudad donde el Ulysses de Joyce es un corazón que no ha dejado nunca de latir.
No es necesario hacer mucho hincapié en que esta es una novela para amantes de la literatura, no solo para quienes gozan con un libro entre manos, sino también para aquellos que no pierden pie en la actualidad editorial, quienes sienten inquietudes por todo aquello que tenga que ver con las historias plasmadas por escrito. Vila-Matas no solo hace un ejercicio redondo a la hora de componer el argumento, sino que colma la obra de diferentes recursos que la convierten en una pieza muy notable. Utiliza el tiempo presente en la narración para ofrecer cercanía, por ejemplo, apoyándose en el personaje de Samuel Riba, pero hasta tal punto que la narración resulta indefinida, difuminada. Uno está tan cerca que la vista se emborrona, y la sensación es tan atractiva como sorprendente.