Fue muy fácil para ella mentir de esa manera. Decir las cosas no como las había sentido, sino como había decidido decirlas. Sin importarle el papel que podrían jugar para los demás. Mentira, no para los demás: para mí. Para su hijo. Se nos instruye desde bien pequeños para vivir agarrados a una sentencia revestida de certeza inquebrantable: no hay nada más grande...