Mi gran noche, Álex de la Iglesia. Comedia. España, 2015.
Cuando un nuevo proyecto de Álex de la Iglesia sale a la luz, los niveles de expectativa alcanzan cotas bastante altas. Comprensible, no todos los días (ni siquiera todos los años) alguien nos sirve en bandeja de plata un El día de la bestia, o un Muertos de risa. O un Perdita Durango. Sabemos qué podemos esperar cuando Álex anuncia nueva película. Pero siempre existe la posibilidad de que nos sorprenda con un argumento alocado, caótico fuera de lo común.
Mi gran noche no se sale del camino ya trazado. Tiene caos, tiene locura; y ambas se conjugan a la habitual manera que el director bilbaíno se ha aferrado en utilizar y pulir a lo largo de su trayectoria cinematográfica. Es un ejercicio de pirotecnia, donde los fuegos alumbran y por veces deslumbran, aunque sin seguir orden o concierto alguno. La localización, de entrada, promete: un plató de cierta productora (bien planteado el azote a la situación actual de cadenas de televisión y empresas en general), donde se graba el programa especial de fin de año. Qué mejor que un espacio cerrado con seres abocados a representar una y otra vez una felicidad de lo más artificial.