Vive deprisa: Así lo hizo James Dean
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Vive deprisa, Philippe Besson. Novela de testimonios (ficticios). Alianza Editorial. 2015
Portada de la novela del autor francés
Hace ya sesenta años que
James Dean forjó la leyenda, poniendo punto y final a una historia que todavía
comenzaba a escribirse por entonces. Nadie puede saber si de haber transcurrido
las cosas de un modo diferente, la figura del joven actor se hubiese convertido
o no en un símbolo de juventud, de rebeldía, de vida. A pesar de su efímera
trayectoria, es mucha la información existente en torno a Jimmy, como le llamaban sus allegados. Pero nadie había hecho lo
que Philippe Besson construye en este libro de menos de doscientas páginas.
La propuesta del escritor
francés es arriesgada. Una recopilación de testimonios de familiares, amigos,
amantes, ex parejas del actor, e incluso algunos del propio Dean. Suena
interesante, atractivo. Pero cuando uno abre el libro, se encuentra de golpe
con la primera línea: «Me morí el 14 de julio de 1940». Y
esas palabras no pertenecen al protagonista de la historia, sino a su madre. De
este modo, Besson se vale de testimonios ficticios que utiliza para reconstruir
de una manera singular la vida y muerte de la promesa del cine cuya luz se
apagó de golpe cuando todavía empezaba a brillar. Así, podemos encontrarnos con
las voces de personajes como Marlon Brando, que conoció al joven actor durante
apenas una hora; Adeline Brookshire, su primera profesora de arte y quien
adivinó en el niño la figura del eterno adolescente; o Dennis Stock, famoso por
el reportaje fotográfico que logró hacer al artista poco antes de su prematura
muerte.
De haber sido ilustrada la novela, esta foto sería de obligada inserción
Todos los involucrados por el escritor en este libro tienen
algo que decir, algo que aportar. Muchos son testimonios breves, de apenas unas
líneas, y pueden resultar en una primera lectura algo escasos, incluso
anecdóticos. ¿Será que en efecto James Dean murió demasiado joven, sin haber
dejado una biografía realmente interesante? No parece residir en esto la
respuesta, sino en la intención del autor, que la plasma en el mismo título de
la obra. Vive deprisa; la premisa es
clara y no lleva a engaños. Se nos pone en las manos un relato compuesto por
muchas y fugaces narraciones que imprimen ese carácter de velocidad que condujo
a la muerte al actor llamado a ser una figura histórica de la gran pantalla. Su
pasión por los coches, por las motos, por la sensación de adrenalina
desbordando el cuerpo cuando la velocidad tomaba el mando, está presente en
todo momento y sin embargo nunca llega a convertirse en protagonista. El peso
lo llevan las relaciones de los personajes con él. Ellos (o Besson, valiéndose
de sus identidades) son quienes nos permiten construir la imagen de James Dean
que se nos quedará incrustada en la cabeza. No era un reto sencillo lograr que
todas las voces resultasen creíbles, pero el escritor parecía tener bien
estudiado y preparado el terreno. No se corta, no duda. No trata de exponernos
una biografía amable, aduladora como toda ocasión en que sale a colación algo
que tenga que ver con este rebelde sin
causa. Deja que esa impresión se forme a través de sus luces y sombras. De
su difícil carácter, de su ambigua orientación sexual, de lo deprisa que
decidió vivir su vida. Y de lo pronto que esta se apagó. Hasta el punto de
incluir unas palabras de Donald Turnupseed, el conductor del coche que se
estrelló contra el de un joven de veinticuatro años que, hace ahora sesenta,
cerró de golpe las páginas de su historia personal para dar así paso a una
mayor. Todavía más grande.
Valoración: 7
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