Truman: un ojo puesto en la amistad, otro en la muerte (o la vida)
12:20
Truman, Cesc Gay. Drama. España (2015)
Últimamente no son pocas las películas que tratan con un tono personal temáticas tan opuestas y a la vez tan entrelazadas como lo son la amistad y la muerte. Porque al tocar estas dos cuestiones, lo que uno hace es hablar de la vida, en definitiva.
La historia que construye Cesc Gay tiene un claro objetivo: acercarnos a dos personajes metidos de lleno en una situación única, propia de sus vidas irrepetibles, sin posibilidad de ser vividas por otros. Dos amigos separados por el tiempo y la distancia, que se encuentran cuando uno de ellos sufre cáncer en estado avanzado. Puede ser este el primer acierto de la propuesta, el hacernos pensar sin que nos demos cuenta en algo como: Si uno de ellos no hubiese sufrido esa desgraciada enfermedad, ¿se habrían vuelto a ver pasado el tiempo? Pensamientos un tanto incómodos, pero seguramente necesarios. De un modo u otro, es muy sencillo verse envuelto, en la vida real, en una situación similar. Tal vez no con esa carga dramática, con ese peso crítico que siempre descarga la presencia de la muerte. Pero ese amigo de la infancia al que tanto queríamos, esa amiga de toda la vida a quien confesábamos los secretos que ni nuestros propios padres llegarán a saber nunca, que un día se van a otro país, que aceptan un trabajo que los aleja de la vida que hasta entonces llevaban... ¿No tenemos acaso cada uno de nosotros un caso así en nuestra propia historia?
Julián y Tomás son dos de esos amigos que se guardarán un cariño eterno, pase lo que pase. Desgraciadamente, lo que pasa es que el primero tiene cáncer, y su carácter lo priva de querer compartir la información con demasiados allegados. Por eso, cuando la prima de este informa a su amigo Tomás, que desde hace años vive en Canadá, de lo que ocurre, el segundo coge un avión para pasar cuatro días con el amigo al que hace tanto tiempo que no ve.
Y, entonces, tenemos a dos personas corrientes cara a cara, en una situación que quizá nadie quiere vivir, pero que todo el mundo desea afrontar. Se materializa así el segundo gran acierto de Cesc Gay: escoger a Ricardo Darín y a Javier Cámara para interpretar a estos dos personajes. La película, para hablar de manera diáfana, son ellos. Pero no porque se coman la pantalla sin más, como tendrían capacidad de hacer si quisiesen. Se debe a que vemos en todo momento a Julián y a Tomás; los sentimos, los vivimos, los dolemos. Con esos silencios que dos amigos de toda la vida con actitudes tan diferentes comparten, con esos diálogos torpes que se dan entre dos seres que se respetan y se quieren, pero que no terminan de asimilar la situación en la que han tenido que reencontrarse.
¿Que quien es Truman? El perro de Julián, y desde luego no es protagonista. Pero merece ser el título de la película, porque a través de él se dan las escenas que más estremecen. No por tiernas, o por emotivas; sino por reales, por verdaderas. Un perro que se va a quedar sin dueño, un perro que parece sentir lo que va a ocurrir. Porque a todo esto hay que sumar un ingrediente más; el tercer acierto, quizá. Julián ha tomado una resolución: no seguirá el tratamiento contra el cáncer, no extenderá sus días envuelto en sufrimiento.
De esta manera, lo que se nos ofrece es una película libre de bastantes pretensiones. Una historia sencilla en su forma y sus maneras, pero profunda en las situaciones que, a través de dos protagonistas que podrían ser cualquiera de nosotros, nos muestra. Julián, Tomás y Truman (sin desmerecer la actuación de Dolores Fonzi en la piel de la prima de Julián). Amistad y muerte. A fin de cuentas, la vida.
Valoración: 7/8
1 comentarios
Es una historia sin mucha chicha, pero no está mal la peli. Puede que la sencillez sea su punto positivo.
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