Escribo estas líneas sentado en la butaca de un tren Alvia. No, no penséis que hago trampas; sois muy listos y sabéis de sobra que los trenes son esos transportes rudimentarios que todavía no disponen de wifi o conexión alguna a internet. Por no disponer, no disponen ni de tomas a las que conectar cualquier aparato que necesite electricidad para ser de utilidad. Bienvenidos al siglo XXI, época de modernidad y estupideces varias. Y así, escribo simplemente en el Word, para luego volcar esto en el blog.
Escribo también siendo consciente de que es día 28 de diciembre, fecha de los Santos Inocentes. Viene al pelo, porque hay cosas que parecen una broma. Entre ellas, las diferentes maneras de terminar un año y encarar el próximo. Imagino que a nadie le apetece meterse en vena una dosis de pesimismo y pensamientos cenizos antes de acicalarse de cara a la Nochevieja, así que prometo ser comedido en mis maneras (no tanto en mis intenciones). En definitiva, toca hacer balance del año, en eso habíamos quedado hace ahora uno, cuando tomé la decisión de crear este sencillo blog para echar más leña al fuego de la escritura. Recomendaciones profesionales que, a día de hoy, trescientos sesenta y cinco días después, todavía no sé qué sentido real tienen.