Los spoilers y el arcaico arte de repartir collejas

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El siglo XXI nos ha traído muchas cosas nuevas. Es normal, si presumimos de ser la generación del progreso, el avance o la tecnología. Pero, con frecuencia, se nos queda atrás lo de vanagloriarse de la tontería. Porque en esto también somos bastante vanguardistas. Y dentro de este movimiento que cuenta cada vez con más adeptos, el fenómeno spoiler merece un espacio aparte. Spoiler, porque nos mola mucho ser cool en detrimento de guay, significa "destripe" (del verbo destripar, no te pongas a buscarle una pronunciación anglosajona como distraip o alguna otra tontería supina). Y solemos aplicarlo a aquellas situaciones donde alguien nos fastidia partes importantes de películas, series, libros o incluso de la vida misma. Por ejemplo, cuando Rajoy anuncia que subirá los impuestos, nos está haciendo un spoiler de lo jodida que puede ser la vida a quienes todavía no hemos vivido lo suficiente como para que los latigazos en la espalda hayan hecho cicatriz. El caso es que el spoiler, o el destripe, se ha puesto más de moda que nunca. Y ha llegado el momento de combatirlo sin piedad.

Preguntadle a Skywalker si jode o no que te hagan un spoiler de la vida misma

A estas alturas, quienes se jacten de cinéfilos, seriéfilos o bibliófilos habrán descubierto entre sus amistades o entre sus conocidos a alguien versado en el arte del spoiler. Por si no hemos abusado lo suficiente del sufijo -filo, refirámonos a estos individuos como pán-filos. Pues bien, estos seres se han reproducido sobre todo con el auge de las series de calidad (o de las series a secas; igual el problema estaba en que antes no se veían las que había), trasladándose a otros terrenos como el del cine y la literatura. Para quienes piensan que lo importante es disfrutar de una historia, los pán-filos acudirán raudos a desmontar tal creencia. No importa leer una novela o ver una serie, importa ser el primero en hacerlo. Pero no por el hecho de apurar el goce o la satisfacción que el contenido puede provocar. No. Porque el goce y la satisfacción vendrán acompañados de algo distinto: del hecho de desvelar la trama o los hechos más significativos de la misma a aquellas personas que no hayan tenido oportunidad todavía de disfrutarla.

Es decir, el pán-filo se alimenta de la privación a terceras personas. Bebe la sangre de quienes palidecen al saber que el protagonista pierde una pierna en la segunda temporada, de quienes lloran al descubrir que en la página 311 la mujer aborta (cuando han leído la noche anterior solo hasta la página 87), o de quienes aprietan los puños cuando se les cuenta quién es Tyler Durden sin haber visto la película. En casos como el anterior, el pán-filo absorbe más energía al privar a un inocente del disfrute tanto de libro como de película en un solo golpe. Así se lo montan.

Claro que, spoilers como tal, llevan existiendo toda la vida. Que levante la mano el que se haya leído la Biblia sin saber antes lo que pasa al pobre Cristo (si os habéis dejado caer por el post anterior, yo mismo habré podido convertirme en un odioso pán-filo). La cuestión no es esa, sino la maldad que sale a relucir cuando alguien le jode algo a otro con total conocimiento de causa. Aunque luego quiera pedir un perdón más falso que la figura de Madonna.

Os avisé, no me vengáis luego con cuentos

Para combatir tal vileza, es necesario despertar un arte que yace algo dormido. Efectivamente: el de repartir collejas, a diestro y siniestro. Es incomprensible e inaceptable que esta disciplina pase por un momento frágil. Pocas collejas se ven hoy en día, y sin embargo sí muchas situaciones merecedoras de su repentina aparición. Con lo bien que se adapta el palmar de la mano a la superficie llana y levemente curva de una nuca, no podemos dejar pasar la ocasión de utilizar la colleja como arma letal contra pán-filos. Cada vez que uno de estos individuos entre en acción... ¡zas! Con la mano adoptando sin miedo la postura medida para que el impacto sea el propicio, para que el sonido sea afrodisíaco. "Flipas, tío, vi el último capítulo ayer y le cortaron la cabeza a... ¡zas!". "La cabeza te la acabo de cortar yo a ti con la palma de la mano, chato", podréis responder y quedaros tan aliviados. Y es que no hay mejor manera de dejar claro que si queremos que nos hagan spoiler, sabremos pedirlo nosotros mismos.

Dejad que la mano pronuncie una suave curvatura, buscando amoldarse a la nuca

Así que no os amilanéis y practicad un poco con la mano antes de salir de casa (sin dobles sentidos, marranos). Y luego a afrontar sin miedo el hecho de entrar en Twitter y Facebook, o el hecho de pasear y quedar con tus amigos para tomar unas cañas. Si la colleja ya se ha adueñado de las calles, nadie tendrá que temer el quedarse sin saborear el desenlace de la novela del año, ni el final de la séptima temporada de la gran serie que tantas alegrías (o penas) nos hace experimentar. Por iniciativa propia.

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