La Feria del Libro, más feria que nunca

12:42

Yo tenía ganas de escribir una entrada que rezumase alegría, optimismo, ánimo... pero me voy a quedar con ellas puestas. Admito que se me tache de negativo y pesimista; en mi defensa diré que la sociedad no me lo pone nada fácil. Y, es más, voy a concretar y a contextualizar el siguiente caso. Porque decir "la sociedad" es un recurso muy manido y poco digno de crédito. Por eso, hoy voy a hablar de la Feria del Libro de Madrid, esa cita que cada uno de los tres años que llevo viviendo en la capital (tres años ya y... ¿en qué ha cambiado mi vida? Bueno, dejemos esa descarga de desmoralización para otro post) he esperado con tanto alborozo como ilusión (para que veáis que sí soy capaz de experimentar esas emociones). El caso es que, por si no ha quedado claro, me considero un amante de los libros, sin entrar en batallas de si realmente lo soy o no. Y, por encima de los libros, me considero un amante de la literatura. Es respecto a esto último que he sentido unas ganas insoportables de ponerme a despotricar. Seré agorero, seré quejicoso... seré muchas cosas. Pero no me apetece pasar por alto lo que está ocurriendo con el acontecimiento que señalo con esperanza año tras año en el calendario. Tengo varios vicios, casi todos muy saludables. Y me parece totalmente lícito sacar uñas, dientes y el kalashnikov cuando personas no gratas pretenden pervertirlos y dejarme sin ellos.

En esta 74º edición de la Feria del Libro, me he paseado un par de veces a lo largo y ancho de la avenida del Retiro que tan bien adornada queda con las numerosas casetas pobladas de numerosos libros. Incluso el sol que estos días juega a marchitar a quienes se atreven a salir a la calle no es quien de arrebatarle belleza y atracción a la posibilidad de circular con miles y miles de libros amenizando la caminata. La Feria es una cita especial por su pluralidad, por las ganas con las que libreros y editores (no todos, a ver si esto va a ser jauja) están predispuestos a aconsejar y a charlar con los visitantes, por la posibilidad de descubrir nuevos títulos o dar con un libro que, de repente, nos hace echar mano a la cartera sin que, por una vez, el gesto se nos atragante en la garganta.

                                                                        Una curiosa imagen en peligro de extinción

Esas son algunas de las pequeñas maravillas que hacen de la Feria del Libro una ocasión que nadie debería perderse. Sin embargo, en la anterior edición ya habían tenido lugar ciertas situaciones que hacían temer una posible decadencia, un flirteo con el riesgo de terminar travestida de algo que en absoluto le sentaría bien. Y la desgracia es a veces tan fuerte como el negocio, al igual que el venderse puede llegar a ser tan sugerente como la tentación de hacer el mal.

Se supone que la Feria del Libro es un lugar de encuentro para lectores, escritores, editores, libreros... todos ellos amantes del olor a libro, aves rapaces de letras impresas, adictos a las buenas y singulares historias. Por eso, que Belén Esteban tuviese cabida (no solo cabida, sino que se convirtiese en robusto reclamo) no era un buen augurio. Ni era buena señal que El Rubius engendrase filas de adolescentes con más hormonas que neuronas ante una caseta. En la edición de este año, la debacle vino a confirmarse. Ha llegado a la Feria un fenómeno que parece querer establecerse en ella, robándole el protagonismo a los libros y a la literatura para instaurar un nuevo emblema de promoción: demos la bienvenida a lo mediático, que a partir de ahora será el sistema de medida para saber si una Feria del Libro es suficientemente buena o sugerente.

                                                 Dad la bienvenida a la Nueva Literatura

Ahora en los stands ya no importa si hay un escritor novel firmando ejemplares, si hay un autor con ocho libros a sus espaldas dispuesto a sonreír y hablar con quien se acerque a él. No importa, si no es mediático. De nada sirve que haya sido galardonado con varios premios literarios, si estos no son mediáticos. No importa que su novela termine siendo considerada una de las mejores de la década, si en la caseta de al lado tiene a un youtuber. La Feria ya no es del Libro, es de Lo Mediático. Y todo se lo debemos a nuestra docilidad, a nuestra facilidad de embutirnos en el traje de personas sumisas. "Si nos van a manipular, dejemos que lo hagan bien", debe de ser nuestra premisa hoy en día. Porque si no no me explico qué pinta un chaval que lo único que sabe hacer es subir vídeos a la red (y, ojo, que los vídeos tienen la misma complejidad en términos de edición que Fernando Alonso equivocándose al elegir escudería) convertido en estrella del lugar. Vídeos donde prueban otra novedad: el arte del humor ya no es un arte. Es un síntoma mediático. Fin. Lo viral se ha cargado de manera casi radical una de las mejores cosas que tenía el ser humano, la capacidad de hacer reír. Pero de hacer reír trabajándoselo, discurriendo y buscando siempre lo original o lo inesperado. Ahora basta que alguien que escribiría Barsobia bajo la pregunta de ¿Cuál es la capital de Polonia? (y cuidado con no considerarlo un lumbreras, que en un examen oral lo habría bordado) y que diría que morcilla es el monstruo legendario que tanto asusta a los japos, se grabe ante una cámara casera y diga gilipolleces varias sin orden ni concierto. Y lo que es peor: sin gracia. Sin decencia. Sin originalidad. Sin inteligencia. Sin atisbo de inteligencia. Sin esfuerzo. Sin calidad. Sin: esa es la principal característica de lo mediático. Sin. Porque resulta más difícil someter a la gente mediante estrategias que hagan elogio de lo intelectual y lo elaborado. Por eso la Feria del Libro se ha convertido en objetivo de quienes erigen lo mediático en pilar de sus vidas. Y, como avanzaba en el título, la Feria del Libro es más feria que nunca. Sin ánimo alguno de ofender a los feriantes o a quienes disfrutan de ella. Lo que quiero decir, y digo, es que este evento está al borde de dejar de ser la referencia que hasta ahora había sido. Lo que ahora prima es seleccionar a personajes virales, capaces de atraer la atención de un número insano de personas (lo de insano no se aplica solo al número), de hacer, y no quiero entrar aquí en detalles, que publiquen un libro (que lo escriban ya es mucho pedir), y soltarlos en cualquier caseta auspiciada por una editorial con mucho más gusto por el sonido rugoso de los billetes que por el sonido rugoso de las páginas de un clásico. 

AuronPlay firma un ejemplar de algo que desconocemos si ha utilizado alguna vez

Así, los escritores que asisten por primera vez a la Feria del Libro pasan sus días viendo cómo los caminantes echan un mero vistazo a la cubierta del ejemplar en el que han volcado sudor, esfuerzo y, tal vez, talento narrativo, para luego encaminarse hacia la caseta donde numerosas personas se arremolinan esperando su turno. El turno de que un tertuliano (petición a la RAE: inclusión del término tertuliano como sinónimo de palabras tales como arrastrado, puerco, cochino, repulsivo o incluso roñoso; así reviviríamos esta última palabra en desuso), de que un joven que no sabe hacer nada que no sea hablar a una cámara (y hacerlo mal) o jugar en el ordenador, o de que el presentador del programa más hediondo de la parrilla televisiva firmen cientos y cientos de ejemplares. Estampando simple y llanamente su firma, ya que sus ínfulas habrán disfrazado a la perfección su limitación mental, justificando de esta manera la ausencia de una original dedicatoria. 

Tras presentar De Buena Ley y Un Tiempo Nuevo, Barneda triunfa con libros

Yo, desde aquí, y desde mis paseos por la Feria del Libro a esos puestos que todavía confían en vender lo literario como sello personal, envío mis ánimos a todos aquellos que los necesitan. Porque sé lo que muchos estarán sufriendo y soportando, y no es que lo sepa por experiencia propia, ya que contar con tres manuscritos literarios no me abre las puertas al mundo editorial, un mundo más pendiente de fichar a quien garantizará un gran número de ventas en el amplio y creciente sector borderline. Y es que hay que reconocer una cosa. La Feria es del Libro, no de la Literatura. Y por tanto pueden escudarse en esto para argumentar que lo en ella deben venderse y publicitarse son libros, del tipo que sean. Claro que sí. Pero si nos ponemos exquisitos, dejemos entonces que la perversión sea completa. Permitamos que, de ahora en adelante, lo llamen la Feria de Lo Mediático. Por qué no. Aunque yo prefiero apostar por aquellas páginas que contengan historias de ficción, de no ficción, ensayos, entrevistas y tratados (aun cuando no sean de mi interés particular). Eso es lo que hará que, el año que viene, vuelva a visitar un evento especial. Lo que yo quiero es darle mi dinero a quienes me entregan a cambio horas de placer, de emoción y de talento. No a quienes viven de trepar por el tronco de lo roñoso. De lo puramente mediático. 


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2 comentarios

  1. Muy de acuerdo con todo... hasta la mitad del artículo, porque no he sido capaz de terminar de leerlo. ¡Qué daño hace a la vista la letra blanca sobre fondo negro! Ufff...

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    Respuestas
    1. Se agradecen ambas opiniones en tu comentario. Y, como no es la primera queja que recibe la desdichada letra blanca, haré cambios en el diseño.
      Gracias por pasarte por aquí ;)

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