Dallas Buyers Club

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Dallas Buyers Club. Jean-Marc Vallée. 2013. Drama. (EE.UU)


Detrás de cada buena película, hay una historia que contar. No solo la que se nos muestra en pantalla, sino aquella que atañe a la miscelánea de artistas que están ante y tras las cámaras.

Dallas Buyers Club es una buena película: cuenta una buena historia, y lo hace de manera interesante y trabajada, aunque hay aspectos que reprocharle. A mediados de los 90, ya existían varios borradores del que sería el guión definitivo. Pero las cosas en el cine no funcionan automáticamente por arte de magia, como es fácil pensar. El proyecto se vino abajo muchas veces. Primero iba a contar con Brad Pitt encarnando al protagonista de esta historia, luego ese papel sería de Ryan Gosling. Hubo un desfile también de posibles directores, pero todo se quedó en agua de borrajas. Encontrar la financiación necesaria para sacar adelante un proyecto es tarea ardua. Y así, este guión navegó a la deriva hasta que, en 2012, se inició el rodaje con el equipo de trabajo definitivo.


Ron Woodroof es el protagonista de esta historia. Lo fue en los años 80, época en la que está ambientada esta película basada en hechos reales, y lo fue cuando Matthew McConaughey se metió en su piel, moldeando una de las mejores interpretaciones de su vida. A través de su singular personaje, se nos cuenta la situación a la que tenían que enfrentarse por entonces las personas que contraían una enfermedad para la que no existía ningún tratamiento: el VIH, causante del SIDA.

El film nos ubica en Texas, en 1985, año en el que a Woodroof le diagnostican esta enfermedad y le vaticinan un mes de vida. Sin un tratamiento al que aferrarse, sin apenas milagros en los que creer, este tejano amante de los rodeos y de actitud homófoba decide iniciar su propia lucha. Consigue primero acceso a un medicamento en prueba, el AZT, pero el consumo del mismo lo deja al borde la muerte. Viaja entonces a México para conseguir medicamentos no legalizados que le ayuden a combatir la enfermedad. Su confianza y falta de miedo lo hacen ver en este problema un negocio, y así surge paso a paso el "Dallas Buyers Club": el club de los compradores de medicamentos ilegales para tratar el sida. Un club que entrará en conflicto con las farmacéuticas, que pretenden comercializar el AZT cuando ha quedado probado que tiene efectos negativos en los pacientes.

Merece ir en párrafo aparte el personaje que mantiene a flote a Woodroof, un transexual llamado Rayon al que de entrada rechaza automáticamente pero que, tras conseguirle un buen número de clientes, empieza a mirar no solo como un compañero de negocios, sino como un amigo de verdad.


Está basada en hechos reales, aunque la adaptación es muy libre. Es cierto que el Ron Woodroof real llevó a cabo esta iniciativa, este club, y que tuvo una relevancia todavía mayor que la que deja ver la película. No es eso algo que haya que reprochar necesariamente al guionista, pero sí se puede criticar el tratamiento que hace de los afectados que no son personajes principales. Se hace un retrato bastante agrio, tanto da si intencionado o no. Lo cierto es que verlos como personajes en entornos de fiesta (con alguna pincelada de lascivia siempre presente), o haciendo colas como algo menos que zombies esperando por la medicación, resultan elementos más fríos de los que la historia exige a la hora de crear la ambientación. Hay maneras de recrear una atmósfera de rechazo, de incomprensión, pero la de hacerlo de modo superficial no es una de las más acertadas.

Por lo demás, la película es estupenda. Un acierto contar esta historia, llevarla a la pantalla para darnos a conocer a los espectadores un pasado todavía muy cercano, abordando sin pudores una realidad que hoy en día sigue provocando escalofríos, destrozos y muertes. Y haciéndolo con un tono personal y singular.


Matthew McConaughey se llevó el Óscar por su actuación categórica. Y Jared Leto se puso los tacones para situarse a la misma altura del primero, interpretando al transexual Rayon (y alzándose también con la estatuilla al mejor actor de reparto). Si bien el Woodroof de ficción cumple con algún cliché, es algo que se le perdona al comprobar que el objetivo es la consecución del perfecto maridaje con su contrapunto Rayon. Nos sumergimos así en una época de desconocimiento y temor ante una de las peores enfermedades que existen, y lo hacemos mediante una historia personal que cala hondo. 

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