Paradero desconocido

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Paradero desconocido, Kressmann Taylor. 1938. Drama epistolar.

Esta entrada, esta recomendación, va dirigida a todo aquel que sea capaz de disfrutar de un rato de lectura. Está al alcance de cualquier lector, no es necesario ser catedrático ni un ratón de biblioteca. El libro tiene 88 páginas (la edición que he leído yo, y que puede variar en una página o dos en otras diferentes), y es muy raro que quien lo empiece no lo lea del tirón. No es solo una historia de tamaño reducido, es un relato sobrecogedor. Un ejemplo rotundo de lo mucho que se puede hacer mediante la literatura más sencilla. Es brutal.

Kressmann Taylor, escritora estadounidense del siglo XX, firmó esta brillante obra epistolar (que ninguno de los no habituales se baje del barco ya: epistolar se refiere al género literario en forma de carta, de correspondencia en este caso). Con ella hace un tratamiento de la Alemania nazi incomparable con cualquier otro.

Estamos en 1932. El alemán Martin Schulse regresa a su país natal y deja su próspera galería de arte en California a cargo de su socio, el judío norteamericano Max Eisenstein. Comienza entonces un intercambio de cartas entre dos hombres que se aprecian mutuamente, más allá del ámbito de negocio. Pero lo que comienza siendo un proceso de comunicación afable e incluso cariñoso, se convierte gradualmente en una situación horrorosa imposible de prever. Todo debido a la transformación abominable que sufre por entonces Alemania.

Esta novela se publicó primeramente en una revista, y debido a su éxito (y al revuelo que produjo) se publicó como un libro independiente. No hay mucho más que contar, no hay necesidad de dar pie a una reseña larga e infructuosa. La celeridad de la obra tiene que quedar reflejada aquí también.

Es impactante, crea una tensión creciente a partir de recursos muy simples y desnudos. Es, sencillamente, un intercambio de correspondencia entre dos personas. Pero la evolución de su contenido es aterradora, afilada, inquietante. Puedo decir, y digo, que es una lectura que no defrauda. Bravo por Kressmann Taylor. Y por hacer algo tan difícil de manera tan sencilla.