Rain Man

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Rain Man, Barry Levinson. 1988. Drama (EE.UU.)



El cine da para mucho, y puedo quedarme tan pancho después de haber dicho esto como si se tratase de haber inventado la pólvora. Pero como tengo espacio para escribir más, matizaré esta opinión casi universal. Da para mucho en cuanto a historias. Las hay increíbles, inolvidables, imprevisibles, mágicas (y, por el contrario, mediocres e incluso vergonzosas). Da para mucho en cuanto a personajes; aquellos que se quedan en nuestra memoria para siempre, otros que incluso nos hacen reflexionar con más intensidad que de costumbre o los que, directamente, nos arrancarán cien carcajadas cada vez que los veamos en acción. Da para lucirse en estructuras, en maneras de relatar un acontecimiento, de sorprender con los puntos de vistas... A eso, de manera muy superficial, es a lo que me refería.

En el caso de Rain Man estamos ante una historia que puede conmover, centrada en una enfermedad psicológica con la que poca familiaridad tenía la gente de a pie en 1988. El autismo. Y cuyo nombre hoy en día nos resulta más que familiar aunque, a decir verdad, sigamos desconociendo lo más profundo de sus características. En todo caso, ver esta película esta noche, o la siguiente, no se convierte en un ejercicio retro. No necesariamente.

Rain Man cuenta la historia de Charles Babbitt (un Tom Cruise sin operar y más creíble que en sus últimos trabajos), un joven vividor acostumbrado a salirse con la suya. Cuando su padre (con el que había perdido el contacto al marcharse de casa) fallece, Charles descubre que la parte sustanciosa de la herencia va a parar al hermano mayor que tiene y cuya existencia desconocía hasta entonces. Se trata de Raymond (Dustin Hoffman), una persona autista. Tal y como es de esperar, nos sumergimos en una relación de conflicto en la que el hermano caprichoso trata de conseguir el dinero que considera suyo, y que desembocará en una experiencia en la que irá conociendo a ese hermano que padece una enfermedad extraña y difícil de sobrellevar. 


No estamos ante un proyecto que pretenda escarbar en lo profundo del autismo, o que pueda servir de tratamiento para acercar a la gente un poco de conocimiento al respecto de enfermedades como la mencionada. Rain Man es un drama bastante suave. Aunque ofrece varias lecturas, que dependerán de lo que cada espectador pretenda buscar. Lo que cabe resaltar, entendiendo la película como un trabajo cinematográfico y no como una tentativa de adoctrinamiento, es la actuación de Dustin Hoffman en la piel de Raymond Babbitt.

Seguramente todos conocemos a alguien con autismo, o a alguien que tiene un familiar que padece dicha enfermedad. Tenemos acceso a reportajes, escritos y audiovisuales, a la información que recaban muchas asociaciones. En 1988 la situación no era así, y aunque hay que dar por sentado que a Hoffman no le faltó el mínimo asesoramiento, bordó un papel digno de recordar por siempre jamás. No se trata solo de lo bien o no que se haya ajustado al comportamiento propio de un autista, sino al grado de empatía y al de credibilidad a los que nos conduce con su interpretación. Logra humanizar una situación delicada, donde todo el peso recae sobre sus hombros. Su trabajo en esta película (como en todas las que ha tocado con su varita mágica de actuar, en realidad) es una maravilla. Recibió por él el Globo de Oro y el Óscar, junto a una larga lista de otros premios no menos meritorios aunque sí menos mediáticos.


En resumen, Rain Man es una película que, en conjunto, no defrauda y merece la pena ver. Es arriesgada en el tema que se decide a tratar pero no en el tratamiento que hace del mismo. No importa, el director no juega a vendernos algo diferente a lo que ha orquestado desde el primer momento. Y, sintiéndolo por Tom Cruise, es la mágica actuación de Dustin Hoffman la que hace de la película una experiencia sensible y elogiable.


Valoración: 8

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