La isla mínima

13:04

La isla mínima. Alberto Rodríguez. 2014. Thriller (España)



Escribo estas líneas recién salido de la sala de cine, por lo que las sensaciones están todavía bien frescas. Tuve la oportunidad de ir porque, a pesar de que la película se estrenó hace ya más de tres meses, sus recientes nominaciones y galardones la han hecho volver a algunos cines (cosa que se agradece). 

Me senté en la butaca, por tanto, consciente de que, me gustase más o menos, tenía ciertas expectativas formadas de antemano respecto al film. Ha hecho historia en los Goya, antes incluso de que le gala tenga lugar. Diecisiete nominaciones son muchas, algo que no había ocurrido nunca antes. Y los premios Forqué a Mejor Película y Mejor Actor son un reconocimiento a lucir con pecho henchido. Lo mejor de todo es que salí del cine sin necesidad de torcer el gesto, de rosmar mis impresiones generales. No siempre es así.

La película de Alberto Rodríguez es un trabajo notable, en muchos aspectos. De ahí sus muchas nominaciones y reconocimientos en diferentes categorías. Un producto muy cuidado, elaborado y presentado. Se habla mucho de la fotografía de la película y quiero mencionarla ya ahora porque, sí, es un fascinante trabajo visual. Pero hay mucho más que comentar una vez disfrutado el trabajo. Como, por ejemplo, el argumento y los personajes que danzan a su alrededor. 


La trama es sólida, y el ritmo con que está tratada de lo más acertado. Los minutos pasan sin que eches un vistazo al reloj; es posible que ni siquiera el whatsapp consiga distraerte (depende de tu nivel de dependencia, claro). Entramos en la historia de lleno, con los protagonistas ya sobre el terreno, y vamos conociéndolos sobre la marcha. Sin prisa pero sin pausa, con pulso. Un dúo de policías de mentalidad y actitud opuestas; suena familiar, a refrito, pero concedámosles una oportunidad. Porque los personajes que encarnan Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez (dicho sea como adelanto, excelentes en este trabajo) quedan dibujados de manera muy humana. Son creíbles y distintos, terminas aferrándote con afecto a ambos, aunque pueda ser que no lo merezcan (al menos uno de ellos). 

Llegamos a estos dos policías que tienen que trabajar juntos, lejos de su hogar, en un caso que tiene como foco central la desaparición de dos chicas durante la feria de de una pequeña zona de las marismas del Guadalquivir. Estamos en 1980, época de agitación ideológica y social. Y en medio de esta atmósfera y de este marco tan singular, los dos protagonistas se ven envueltos en una trama que es más sencilla de lo que aparenta ser, pero jugada de un modo que apenas permite un solo pestañeo. Las acciones relevantes se concluyen con amplios planos cenitales, preciosos (¿De verdad que el director no había visto True Detective antes de poner fin a esta peli?).



Si hay algo en toda la película que pueda dar pie a vestirse el traje de quisquilloso, está en el final. No en el final de la historia en sí misma, este también es un acierto. Quizá sea cuestión, más bien, del montaje, del procedimiento elegido para contarlo. Es un final con cierto tinte atrevido, con su toque de salsa picante, pero algo parece cojear mientras empezamos a ver pasar los créditos del gran equipo que ha dado a luz a este notable proyecto.

En cuanto a actuaciones, los aplausos pueden sonar fuerte. Raúl y Javier compiten en la categoría de Mejor Actor en los Goya con fundamentos. El trabajo secundario de Antonio de la Torre es de reverencia (¡Este tío es un monstruo!), y nombres como los de Nerea Barros o Mercedes León también tienen un peso destacado.

La isla mínima es un trabajo artesanal, hecho con mucho mimo. Eso es algo que se nota y se agradece a la hora de sentarse ante la gran pantalla o ante la pequeña. Su director (sin olvidarnos de Rafael Cobos, co-guionista) ha querido contarnos una historia sugerente mediante métodos muy atractivos. Vale la pena dejarse seducir.




Valoración: 7/8

You Might Also Like

0 comentarios

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Suscríbete, comparte, opina.